Roberto Vásquez Camargo, asesinado / Médico Infectólogo Jesús Tapia.
Roberto Vásquez Camargo, asesinado / Médico Infectólogo Jesús Tapia.
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Juan Pablo Mercado.

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El médico Roberto Vásquez quitó el miedo y estigma hacia pacientes con VIH

Como buena esposa, Porfilia Isabel Escorcia, también asesinada, acompañó a Roberto en toda la labor social que realizó por décadas.

Barranquilla sigue conmocionada tras el trágico asesinato del médico Roberto Vásquez Camargo, de 88 años, y su esposa Porfiria Isabel Escorcia Villalba, de 80, en hechos ocurridos en su vivienda en el norte de la ciudad. 

Ambos, reconocidos por sus valiosos aportes a la salud y la educación médica, dejaron un legado imborrable en el gremio científico y universitario de la región Caribe.

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Roberto Vásquez fue uno de los pioneros en la atención de pacientes con VIH en Barranquilla cuando, hace más de 30 años, hablar del virus era sinónimo de miedo, rechazo y aislamiento. 

Era un personaje, Vásquez sabía mucho y era muy querido por los pacientes. Cuando se empezaron a atender a los pacientes con VIH hace más de 30 años, estos pacientes los atendían en el extinto Seguro Social y a esos pacientes nadie los quería ver porque les daba miedo. Roberto fue uno de los que tomó el control y empezó junto a un grupo de médicos a estudiar sobre el VIH”, expresó el médico infectólogo Jesús Tapia García a Zona Cero.

Roberto Vásquez Camargo y Isabel Escorcia Villalba.

El especialista en enfermedades infecciosas precisó que “Roberto quitó el miedo y el estigma, porque en ese entonces a los pacientes los metían en un cuarto, nadie los atendía y ahí lo dejaban morir. Llegaron a este grupo muchos médicos en Barranquilla y empezaron a atender a los pacientes”. 

Tapia aseguró que desde entonces “Vásquez dio un ejemplo de atención con conocimiento, sensibilidad y humanidad”. 

En el ámbito académico, su aporte fue igualmente significativo, pues fue docente en la Universidad Metropolitana, la Universidad Libre y otras instituciones de la ciudad, donde dejó huella en decenas de generaciones de médicos.

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Porfiria Isabel Escorcia Villalba, su esposa, también tuvo una destacada trayectoria en la formación médica. Fue profesora durante al menos 30 años en la facultad de medicina de la Universidad del Norte, hasta su jubilación. 

Su compromiso con la enseñanza y la formación de futuros profesionales la convirtieron en un referente entre sus colegas y alumnos, más por el acompañamiento permanente que le brindó a su esposo en la gran labor social de ayudar a las personas que lo necesitaban. 

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